miércoles, 25 de abril de 2018


ESCUCHA CLÍNICA

“La naturaleza fisiológica no determina el comportamiento social, por lo que hay que investigar la explicación de los comportamientos en las relaciones con su medio social”. (De Gaulejac, 2002)
Vigotsky señaló que el lenguaje es la expresión de la experiencia y el pensamiento del ser (Carrera y Mazzarella, 2001), por lo que es indispensable el diálogo clínico para descubrir las causas del comportamiento de las personas. En ese diálogo, la escucha clínica viene a ser un elemento de suma importancia.
Sánchez (2008) explica a profundo detalle lo que implica escuchar dentro del contexto clínico, resaltando la importancia de que el paciente esté relajado y cómodo cuando se le escucha.
En la comodidad de la que habla Sánchez (2008), podemos observar que no se refiere solamente al estado del cuerpo, su posición o bienestar físico, sino a una comodidad emocional que se manifiesta en confianza en el entrevistador. Esta confianza se logra mediante la empatía que produce la escucha clínica, pues hace sentir al paciente que es importante para quien lo escucha.
Para cumplir lo anterior, hay una serie de elementos de conducta que el entrevistador debe adoptar, como un contacto visual, postura corporal y seguimiento verbal apropiados (Sánchez, 2008). En la atención prestada, Sánchez (2008) señala que el entrevistador debe mirar cara a cara a su interlocutor y mantener una postura abierta e inclinada hacia él, y en estado relativamente relajado y cómodo.
Algunos datos que Sánchez (2008) indica como falta de atención son un pobre contacto visual, tensión en la postura o la costumbre de interrumpir frecuentemente al paciente o realizar otras actividades a la vez que se habla con él.
Canto (1997, en Sánchez, 2008) menciona tres aspectos necesarios para lograr que el paciente sienta qué está siendo escuchado: el contacto visual, la postura y el seguimiento verbal.
La atención y escucha activa son entonces fundamentales en la práctica clínica psicológica.
Cuando se habla de oír, se enfatiza el proceso fisiológico de recibir ondas sonoras en el oído y transmitirlas al cerebro; de modo que todos podemos oír, más no todos sabemos escuchar, esto es distinto; es un proceso psicológico intencional que implica variables como atención, interés y motivación (Alemany, 1977 en Sánchez, 2008).
Una buena escucha ayuda para comprometer al paciente a ser sincero y retribuir la atención brindada. Escuchar activamente implica animar al paciente para hablar, más todavía para expresarse y revelar sus pensamientos y sentimientos (Sánchez, 2008).

El psicólogo clínico es un receptor de información del paciente y debe interpretarla desde distintos puntos de vista. De ahí la importancia de saber escuchar.
Una habilidad deseable del entrevistador es la simpatía para lograr que el paciente sea consciente que está siendo escuchado y se logre con él una conexión efectiva. La simpatía es mayor que la empatía, pues consiste en compartir las inquietudes del paciente.
El enfoque psico-social para la escucha es una forma de lograr dicha simpatía, porque implica sumergirse en el contexto que influye fuertemente en la idiosincrasia del paciente.
De Gaulejac (2002) menciona que es un error separar el aspecto psíquico del social para analizar a un individuo y señala como ejemplo los intentos de considerar como innatos al hombre ciertos sentimientos de religiosidad, deseo sexual y amor, para explicar la religión, el matrimonio o la familia. Pero la historia muestra que esas inclinaciones varían en ciertas circunstancias sociales y lo que se obtiene eliminando esas diferencias de origen psicológico, son explicaciones ambiguas. Por ello, esos sentimientos son producto de la organización colectiva, es decir social (Durkheim, 1947 en De Gaulejac, 2002).
De Gaulejac (2002) también sugiere que no se trata de construir una psicología independientemente del estudio de esos procesos de incorporación que hacen de la persona un ente socializado, sino aceptar que los comportamientos, las actitudes, las cualidades y los sentimientos explican la manera en que lo colectivo está en lo individual.
Entendemos entonces que hay una paradoja, por un lado el ser humano es psicológico, es decir, predispuesto por su conformación fisiológica heredada, a ciertas tendencias, deseos y necesidades; pero a la vez es parte de un grupo, una sociedad y una cultura que le predispone a construir su ser sobre ese fundamento psicológico. Por un lado no se le puede reducir a lo psicológico pero por el otro tampoco se le puede reducir a lo social (De Gaulejac, 2002).
Por lo anterior, al intentar entender la problemática de una persona, es necesario considerar ambos aspectos, el psicológico y el sociológico. ¿Cómo indagar, investigar o recuperar aquello que nos hará entender a cada persona para ayudarle? Puesto que la psicología clínica intenta ayudar a los individuos que acuden a ella, hemos de considerar todos los hechos que puedan ser de esa ayuda. La escucha clínica es la herramienta, que a través de la entrevista, nos permitirá sondear al individuo que se pone en nuestras manos para ser ayudado, con el fin de ofrecerle respuestas que lo conduzcan a la resolución de su problemática particular.
Todo individuo está inmerso en circunstancias psico-sociales particulares y a veces, varios individuos sufren a la vez circunstancias similares formando un grupo. Desde la perspectiva social encaminada a la personal, y no al revés como es el caso de un enfoque clínico personal, la escucha clínica se presenta ante nosotros con mayor complejidad. Cuanto más en ese contexto, la empatía y la escucha activa han de manifestarse en el investigador, indagador, analista o clínico interesado en la problemática de que se trate; en aquel que desea ofrecer soluciones a problemas sociales profundos.
Taracena (2010) nos ilustra una problemática que no hubiera podido investigarse con éxito sin la aplicación de una escucha clínica profunda, en su artículo sobre niños y jóvenes en situación de calle y admite la dualidad psico-social al describir un rango de influencia que va desde un registro macro hasta uno micro; de la influencia económica hasta la influencia que lo individual y subjetivo tiene sobre la persona en la situación de calle.
Taracena (2010) concuerda que lo social precede a lo psíquico, aunque no lo determina; y agrega que, aunque los sujetos somos formados por lo social, tenemos también la capacidad de elegir y construir así nuestra historia. Taracena (2010) encuentra entonces “el otro polo, el de lo clínico que manifiesta el interés por lo singular, por la escucha del sujeto individual y por el análisis del sentido que tienen para los actores sus vivencias”.



REFERENCIAS
Carrera, B. y Mazzarella, C. (2001). Vygotsky: enfoque sociocultural. Educere, vol. 5, núm. 13, abril-junio, 2001, pp. 41-44. Universidad de los Andes. Mérida, Venezuela
De Gaulejac, V. (2002). Lo irreductible social y lo irreductible psíquico. Revista Perfiles Latinoamericanos. México.
Sánches, E. (2008). Psicología clínica. Editorial El Manual Moderno. México.
Taracena, R. (2010). Hacia una caracterización psico-social del fenómeno de callejerización. Revista latinoamericana de ciencias sociales, niñez y juventud. Universidad de Manizales. Vol 8, Num 1.


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