ESCUCHA
CLÍNICA
“La naturaleza fisiológica no determina el comportamiento social, por lo
que hay que investigar la explicación de los comportamientos en las relaciones
con su medio social”. (De Gaulejac, 2002)
Vigotsky señaló que el lenguaje es
la expresión de la experiencia y el pensamiento del ser (Carrera y Mazzarella, 2001),
por lo que es indispensable el diálogo clínico para descubrir las causas del
comportamiento de las personas. En ese diálogo, la escucha clínica viene a ser
un elemento de suma importancia.
Sánchez (2008) explica a profundo
detalle lo que implica escuchar dentro del contexto clínico, resaltando la
importancia de que el paciente esté relajado y cómodo cuando se le escucha.
En la comodidad de la que habla
Sánchez (2008), podemos observar que no se refiere solamente al estado del
cuerpo, su posición o bienestar físico, sino a una comodidad emocional que se
manifiesta en confianza en el entrevistador. Esta confianza se logra mediante
la empatía que produce la escucha clínica, pues hace sentir al paciente que es
importante para quien lo escucha.
Para cumplir lo anterior, hay una
serie de elementos de conducta que el entrevistador debe adoptar, como un
contacto visual, postura corporal y seguimiento verbal apropiados (Sánchez,
2008). En la atención prestada, Sánchez (2008) señala que el entrevistador debe
mirar cara a cara a su interlocutor y mantener una postura abierta e inclinada
hacia él, y en estado relativamente relajado y cómodo.
Algunos datos que Sánchez (2008)
indica como falta de atención son un pobre contacto visual, tensión en la
postura o la costumbre de interrumpir frecuentemente al paciente o realizar
otras actividades a la vez que se habla con él.
Canto (1997, en Sánchez, 2008)
menciona tres aspectos necesarios para lograr que el paciente sienta qué está
siendo escuchado: el contacto visual, la postura y el seguimiento verbal.
La atención y escucha activa son entonces
fundamentales en la práctica clínica psicológica.
Cuando se habla de oír, se enfatiza
el proceso fisiológico de recibir ondas sonoras en el oído y transmitirlas al
cerebro; de modo que todos podemos oír, más no todos sabemos escuchar, esto es distinto;
es un proceso psicológico intencional que implica variables como atención,
interés y motivación (Alemany, 1977 en Sánchez, 2008).
Una buena escucha ayuda para comprometer al paciente a ser sincero y
retribuir la atención brindada. Escuchar activamente implica animar al paciente
para hablar, más todavía para expresarse y revelar sus pensamientos y
sentimientos (Sánchez, 2008).
El psicólogo clínico es un
receptor de información del paciente y debe interpretarla desde distintos
puntos de vista. De ahí la importancia de saber escuchar.
Una habilidad deseable del
entrevistador es la simpatía para lograr que el paciente sea consciente que
está siendo escuchado y se logre con él una conexión efectiva. La simpatía es
mayor que la empatía, pues consiste en compartir las inquietudes del paciente.
El enfoque psico-social para la
escucha es una forma de lograr dicha simpatía, porque implica sumergirse en el
contexto que influye fuertemente en la idiosincrasia del paciente.
De Gaulejac (2002) menciona que
es un error separar el aspecto psíquico del social para analizar a un individuo
y señala como ejemplo los intentos de considerar como innatos al hombre ciertos
sentimientos de religiosidad, deseo sexual y amor, para explicar la religión,
el matrimonio o la familia. Pero la historia muestra que esas inclinaciones
varían en ciertas circunstancias sociales y lo que se obtiene eliminando esas
diferencias de origen psicológico, son explicaciones ambiguas. Por ello, esos
sentimientos son producto de la organización colectiva, es decir social
(Durkheim, 1947 en De Gaulejac, 2002).
De Gaulejac (2002) también
sugiere que no se trata de construir una psicología independientemente del
estudio de esos procesos de incorporación que hacen de la persona un ente
socializado, sino aceptar que los comportamientos, las actitudes, las
cualidades y los sentimientos explican la manera en que lo colectivo está en lo
individual.
Entendemos entonces que hay una
paradoja, por un lado el ser humano es psicológico, es decir, predispuesto por
su conformación fisiológica heredada, a ciertas tendencias, deseos y
necesidades; pero a la vez es parte de un grupo, una sociedad y una cultura que
le predispone a construir su ser sobre ese fundamento psicológico. Por un lado
no se le puede reducir a lo psicológico pero por el otro tampoco se le puede
reducir a lo social (De Gaulejac, 2002).
Por lo anterior, al intentar
entender la problemática de una persona, es necesario considerar ambos
aspectos, el psicológico y el sociológico. ¿Cómo indagar, investigar o
recuperar aquello que nos hará entender a cada persona para ayudarle? Puesto
que la psicología clínica intenta ayudar a los individuos que acuden a ella,
hemos de considerar todos los hechos que puedan ser de esa ayuda. La escucha
clínica es la herramienta, que a través de la entrevista, nos permitirá sondear
al individuo que se pone en nuestras manos para ser ayudado, con el fin de
ofrecerle respuestas que lo conduzcan a la resolución de su problemática
particular.
Todo individuo está inmerso en
circunstancias psico-sociales particulares y a veces, varios individuos sufren
a la vez circunstancias similares formando un grupo. Desde la perspectiva
social encaminada a la personal, y no al revés como es el caso de un enfoque
clínico personal, la escucha clínica se presenta ante nosotros con mayor
complejidad. Cuanto más en ese contexto, la empatía y la escucha activa han de
manifestarse en el investigador, indagador, analista o clínico interesado en la
problemática de que se trate; en aquel que desea ofrecer soluciones a problemas
sociales profundos.
Taracena (2010) nos ilustra una
problemática que no hubiera podido investigarse con éxito sin la aplicación de
una escucha clínica profunda, en su artículo sobre niños y jóvenes en situación
de calle y admite la dualidad psico-social al describir un rango de influencia
que va desde un registro macro hasta uno micro; de la influencia económica
hasta la influencia que lo individual y subjetivo tiene sobre la persona en la
situación de calle.
Taracena (2010) concuerda que lo
social precede a lo psíquico, aunque no lo determina; y agrega que, aunque los sujetos
somos formados por lo social, tenemos también la capacidad de elegir y
construir así nuestra historia. Taracena (2010) encuentra entonces “el otro
polo, el de lo clínico que manifiesta el interés por lo singular, por la
escucha del sujeto individual y por el análisis del sentido que tienen para los
actores sus vivencias”.
REFERENCIAS
Carrera, B. y Mazzarella, C. (2001). Vygotsky: enfoque
sociocultural. Educere, vol. 5, núm. 13, abril-junio, 2001, pp. 41-44.
Universidad de los Andes. Mérida, Venezuela
De Gaulejac, V. (2002). Lo irreductible social y lo
irreductible psíquico. Revista Perfiles Latinoamericanos. México.
Sánches, E. (2008). Psicología clínica. Editorial El Manual
Moderno. México.
Taracena, R. (2010). Hacia una caracterización psico-social
del fenómeno de callejerización. Revista latinoamericana de ciencias sociales,
niñez y juventud. Universidad de Manizales. Vol 8, Num 1.
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